Salvado por la campana, se emplea esta expresión para indicar que alguien ha salido de una situación arriesgada en el último momento.
Pero ¿sabemos de donde proviene? Para los poco crédulos, el origen de esta expresión proviene del argot pugilístico y data de finales del Siglo XIX. Alude al hecho de que un contrincante se librara de perder un combate por la finalización de un «round» el cual era marcado por el sonido de una campana como en nuestros días.
Sin embargo existe otra versión un poco más macabra y es la siguiente : En la época victoriana en varias ocasiones desenterraron muertos para la posterior utilización de los mismos ataúdes y observaron marcas de rasguños en el ataúd.
Y es que, según apuntan en numerosos países nórdicos, en el siglo XVI el que se enterrara viva a la gente por error era algo habitual debido a que muchos sufrían desmayos o síncopes que eran interpretados como un fallecimiento al no existir una Medicina tan avanzada.
Esto llevó a pensar que demasiadas personas eran enterradas vivas. Ante el pánico de que esto pasara se inventaron ataúdes de seguridad los cuales tenían un cable amarrado a un brazo el otro extremo salía del ataúd y contaba con una campana. Los movimientos de la persona harían sonar la campana avisando que estaba viva. El miedo a ser enterrado vivo llevó a George Washington a pedir que lo velaran durante 2 días para evitar que lo enterraran vivo.
Si la persona despertaba tiraba del hilo y sonaba la campana. Así se la sacaba y podía seguir con su vida. Por supuesto durante dos o tres días una persona en el exterior estaba pendiente de la campana.
Fuentes consultadas : Historiadores histéricos, blogs.20minutos.es, El periódico mediterráneo.
En una familia amiga había la costumbre desde antiguo de pedir a un médico que inyectara veneno al difunto para cerciorarse de que no lo enterraban vivo, pero cuando ya los médicos se negaron a eso, lo sustituyeron por dos días de velatorio. Que no veas lo contentos que nos poníamos los amigos…
Senior citizen Por lo que me cuentas, veo que la costumbre persiste, aunque sea de otra manera.
Conocía la primera versión, la del ataúd no, es una buena idea aunque ya con las tecnologías actuales no es necesario…
Salud
Genín Es cierto con las nuevas tecnologías no es posible que ocurra.
Saludos
La segunda acepción, no la conocía… Qué fuerte! Y lo del veneno del comentario, para asegurarse. Miedo en esa familia, hasta de quedarse muy profundamente dormidos, no fuera que le dieran cuello.
Un beso.
Sara O. Durán Por lo visto según la comentarista Crónicas de una Española en Viena en el año 1970 desgraciadamente ocurrió.
Un beso
Jolines, yo recuerdo historias de terror que contaba mi abuela pero no sabía lo de la campana.
trimbolera Antes se solían contar muchas historias de terror, pero seguramente la mayoría tendrían un fondo histórico.
Uff, qué tétrico… Prefiero no conocer esas historias, que después sueño con ellas… Abrazos
Ligia Lo siento, procuraré no volver a contar ninguna más.
Abrazos
Conocía ambas posibilidades, pero la de los «muertos» en sus féretros, me ha angustiado. Que ralato más rocambolesco.
Frajayo Es preferible no volver a pensar en ello.
Hubo un caso en mi familia. La primera mujer de un primo hermano de mi padre murió muy joven, en los años 70. Al poco murió su madre y cuando fueron a enterrarla en la misma tumba se la encontraron con las manos como garras y la mueca de terror. Jamás olvidaré la historia.
Besos.
Crónicas de una Española en Viena Pues la historia es bien reciente.
Besos
Como la mayoría conocía la primera de las acepciones (en un tiempo veía muchos combates de boxeo) de la segunda no tenia ni idea, pero me ha parecido una buena solución para una época , la gente se podía morir tranquila. Una hermana mía murió de asfixia azul (incompatibilidades del RH) y muchas veces se ahogaba y parecía que había muerto, cuando inevitablemente sucedió el medico le puso un espejo en la boca para ver si respiraba y le acercaban una cerilla encendida al pie, y ademas aumentaron el tiempo del velatorio. (esto me lo han contado mis padres, fue antes de que naciera yo).
Gracias por avisarme de la publicación de la entrada, ya sabes que los domingos no entro en el blog. Un abrazo
Ester No conocía lo de la asfixia azul, pero veo que trataban por todos los medios de no enterrar a una persona vida.
Un abrazo
Por eso prefiero la incineración, si no estas muerta del todo ahí la palmas en un segundo.
Calandra En mi caso me da igual cualquier cosa, siempre que se aseguren que no es una muerte ficticia.
Conocía las dos posibilidades, y eso que la segunda da un poco de miedo. No recuerdo el nombre, pero hubo alguien que se hizo introducir en un sarcófago sin enterrar que además podía abrirse por dentro, con la disposición de quedar allí durante años para evitar ser enterrado vivo. Edgar Allan Poe también tiene un relato muy bueno sobre esto: el entierro prematuro, y en la película de Kill Bill II también hay una escena así, aunque el entierro es premeditado.
Tawaki Me sonaba que había habido un escritor que había escrito sobre esto, pero no recordaba quien era. Ahora veo que «El entierro prematuro» (The Premature Burial) lo publicó en julio de 1844 en el periódico The Philadelphia Dollar Newspaper.