El Sr. Pudiente, estaba sentado en el avión al lado de una niña. Merino miró a la niñita y le dijo: – “Charlemos. He oído decir que los vuelos parecen menos largos si uno conversa con la persona que tiene al lado.”
– La niñita, que acababa de abrir un libro para ponerse a leer, lo cerró lentamente y dijo con voz suave: – “¿Sobre qué le gustaría conversar.”
– “Pues no sé», dijo Merino. “¿Qué tal economía?», y mostró una gran sonrisa.
– “Bueno”, dijo ella. “Ese parece ser un tema interesante. Pero déjeme hacerle una pregunta primero. Un caballo, una vaca y un ciervo comen lo mismo: pasto.»
– “Si”, contesto el pudiente.
– “Pero el excremento del ciervo es como bolitas pequeñas, el de la vaca es una pasta y el del caballo parece una pelota de pasto seco. -¿Por qué cree usted que sucede eso?”, preguntó la niña.
– Merino, visiblemente sorprendido por la inteligencia de la niña, lo pensó un momento y luego dijo: – “Hmmm, no tengo ni idea.”
– A lo cual la delicada y dulce niña contesta: – “¿De verdad se siente calificado para discutir sobre economía, cuando no puede opinar sobre una mierda?.”
-Jubi, no has cometido errores en los nombres?
Yo creo que no.
Recibido por correo. En este caso no recuerdo el que me lo envió.
🙂 Eso pasa por menospreciar la inteligencia de los niños.
Leodegundia Si fuera tan fácil cortar por lo sano a algunos políticos como a Rascoy, otro gallo nos hubiera cantado. 😉
Pero que bueno !!
trimbolera Si pero huele mal.
Si está claro que los niños somos muy perspicaces. Los nombres los hemos entendido todos, hasta yo .
Abrazos
Ester Yo también he entendido el nombre, pero me lo ha tenido que advertir mi otro yo y aún así al principio no me daba cuenta.
Abrazos
A mi lo que me asombra es que la niñita entendiera tanto de mierda…
Salud
Genín Aunque el ejemplo es broma, puede ser totalmente cierto si la niña se crió en un granja.
Cuando yo tenía de 14 a 18 años era capaz de seguir el rastro de dos yeguas con sus recríos que dejaba mi tío que pastaran en el monte y yo subía al pinar una vez a la semana, seguía las huellas por sus defecaciones además de otros parámetros como hierbas arrancadas, pelos en los pinos donde se arrascaban…. hasta que las encontraba, me pasaba lo mismo con los jabalíes, entonces no había muchos y seguía su rastro comunicándoselo a los cazadores del pueblo, para que los cazaran.
Con los conejos era más difícil, pero en ocasiones también acertaba e incluso los he llegado a coger con la mano ya que se escondían entre las piedras de las paredes de separación de los campos y bastaba con quitarlas con cuidado hasta que los agarrabas por las orejas.
Saludos
Si a mi me pasa eso me voy al lavabo y no salgo hasta que aterrizo. Caray con la nueva generación.
Jesus Un poco repipi y prepotente si que es, pero tenía toda la razón del mundo.
Evidentemente, esa no era la «niña de Rascoy» -la que ahuecaba el paladar al hablar-.