Un padre económicamente acomodado, queriendo que su hijo supiera lo que es ser pobre, lo llevó para que pasara un par de días en el monte con una familia campesina.
Pasaron tres días y dos noches en su vivienda del campo. En el coche, retornando a la ciudad, el padre preguntó a su hijo:
– ¿Qué te pareció la experiencia?.
– Buena, contestó el hijo con la mirada puesta en la distancia.
– Y… ¿qué aprendiste?, insistió el padre.
El hijo contestó:
Que nosotros tenemos un perro y ellos tienen cuatro.
Nosotros tenemos una piscina con agua estancada que llega a la mitad del jardín y ellos tienen un río sin fin, de agua cristalina, donde hay pececitos, berro y otras bellezas.
Que nosotros importamos linternas del Oriente para alumbrar nuestro jardín mientras que ellos se alumbran con las estrellas y la luna.
Nuestro patio llega hasta la cerca y el de ellos llega al horizonte.
Que nosotros compramos nuestra comida, ellos, siembran y cosechan la de ellos.
Nosotros oímos CD’s, ellos escuchan una perpetua sinfonía de jilgueros, cardenales, pericos, ranas, sapos, grillos y otros animalitos y todo esto a veces dominado por el sonoro relinchar del caballo de un vecino que trabaja su monte.
Nosotros cocinamos en una estufa eléctrica, ellos, todo lo que comen tiene ese glorioso sabor del fogón de leña o el horno de barro.
Para protegernos nosotros vivimos rodeados por un muro, con alarmas, ellos viven con sus puertas abiertas, protegidos por la amistad de sus vecinos.
Nosotros vivimos «conectados» al móvil, a la computadora, al televisor…
Ellos, en cambio, están «conectados» a la vida, al cielo, al sol, al agua, al verde del monte, a los animales, a sus siembras, a su familia.
El padre quedó impactado por la profundidad de las palabras que su hijo pronunciaba y entonces el hijo terminó:
-Gracias papá, por haberme enseñado lo pobres que somos!
Recibido por correo. Gracias Luis
Jubiiii… ¿ya estás de vacaciones? jajaja.
Jo, jo, jo, jo. Y a propósito, ¿qué cosa es esa de la riqueza?
Para mí tampoco es el jilguero (aunque me encanta oirlo), para mí es ese sentimiento que se podría describir como: Yuuuuuuuuupiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Que razón tiene, no hay nada como ponerte en el lugar de los demás, para ver lo que tu eres, y lo que tienes. Y lo pobre o rico que eres.
Un beso
Muy apropiado el post para tu etancia en el Pirineo. Ahí eres un hombre inmensamente rico.
un abrazo
«bebida e agua.
comida e pasto.
voce tem sede de que?
voce tem fome de que?»
…decía Marisa Monte, y es una frase que me nace siempre que pienso en estas cosas de las necesidades.
Un beso Jubi, te leo aunque ando poco charlatana.
(quería comentarte que tenemos una amiga en común que volvió con otra vida: dormitandoentrefantasmas, por si querés redescubrila 😉
Me encanta el texto pero aún me gusta más la foto. Creo que entre las hierbas que crecen en torno a esa casa vivirían felices algunos de mis gnomos.
Emilio, tus reflexiones sirven para ahora – en vacaciones – y en todos los días del año.
El hijo muy listo y sensato. «Gracias Papá por haberme enseñado lo pobres que somos». En mi infancia pase muchas temporadas en el sur, en el campo, y alli sí que saben vivir. Doy fe de ello. También en el pirineo, que es dónde estoy, a pesar de las construcciones y plumas que rompen la armonía del cielo.
Saludos
Pues,una vez más, compruebo lo afortunada que soy al ver que algunos de los bloggers que leo tienen en el Pirineo su paraiso particular y que otros les envidian por ello.
Yo vivo allí.
Yo vivo aquí
Irrebatible. Tal vez, por eso cada fin de semana la carretera se atesta de conductores que van a holgarse al campo.
—
Saludos.
A todos Que pobres de espítitu somos a veces. Esto siempre me recuerda el poema de Calderón de la Barca:
(Fragmento)
Cuentan de un sabio que un día
tan pobre y mísero estaba,
que sólo se sustentaba
de unas hierbas que cogía.
¿Habrá otro, entre sí decía,
más pobre y triste que yo?;
y cuando el rostro volvió
halló la respuesta, viendo
que otro sabio iba cogiendo
las hierbas que él arrojó(…)
Saludos.