Ofertar falsos descuentos le sale muy barato a las empresas. Los controles son escasos o inexistentes y las pocas ocasiones en que se aplican multas, sus cuantías son ridículas.
Día del Black Friday, en un gran almacén Target de Estados Unidos, 2009
Junto a los descuentos reales también hay falsas bajadas de precios. Descuentos fake consistentes en carteles donde las empresas inventan precios anteriores que nunca existieron. O precios anteriores que solo se aplicaron en la tienda durante unos días para poder aparentar que ahora les meten un gran descuento.
Por eso vemos carteles con el reclamo del Black Friday por todos lados. Grandes almacenes, hipermercados, tiendas de ropa, de productos tecnológicos… Los vemos incluso en clínicas dentales, talleres de vehículos, academias de formación profesional, mercadillos de venta ambulante…
Y es que una de las fórmulas más eficaces para aumentar las ventas es anunciar descuentos. Descuentos de un día, de tres, de una semana, de un mes… De hecho, el Black Friday ya no se limita al último viernes de noviembre. Hay establecimientos que prolongan esta modalidad de ofertas con supuestos descuentos al fin de semana, una semana completa, diez días o incluso todo el mes.
“Hasta el 80%”, dicen algunos reclamos publicitarios. ¿Cómo pueden permitirse poner tantas cosas tan “baratas” durante tanto tiempo? ¿No será que los meses en que no les aplican descuentos sus precios están inflados? ¿No será que los precios “normales” son los de las temporadas de descuentos y el resto del año les meten un margen bestial? ¿No será que muchos de esos descuentos son falsos?
¿Quién controla todo esto? ¿Visitan los inspectores de consumo los establecimientos o sus páginas web unos días o unas semanas antes de que comiencen las temporadas de descuentos para levantar acta de los precios de una serie de productos y vuelven a visitarlos cuando ya están en marcha para comprobar si los descuentos son reales?
Que cada uno piense lo que quiera.
Créditos : Diario red, Newtral.es, El Tiempo.