Viene de este artículo.
Todas las historietas son totalmente reales, pero son independientes unas de otras y por supuesto pueden leerse perfectamente por separado. En la entrada anterior decía que cuando llegaba a Bailo, me estaban esperando con los brazos abiertos, era un matrimonio que no tenía hijos y especialmente a mi tío se el ensanchaba el corazón cada vez que yo subía al pueblo de mi padre.
Incluso los vecinos se lo veían en la cara y la pregunta normalmente era la siguiente «¿Ya ha venido Emilio?»
– Si, era al contestación de mi tío.
– Se te nota en la cara decían sus vecinos en el pueblo.
Al día siguiente ya iba con el a trabajar y como era la época de la siega yo le solía llevar el almuerzo en una cesta que preparaba mi tía.
Solía constar de una sopa de ajos, y algo más sólido como una buena chulla (1) y unas generosas rebanas de pan hecho en el horno comunal del pueblo, y si sobraba algo se transformaba en pan de pajaritos (2), por supuesto aunque yo almorzaba en casa también en la cesta incluía una buena loncha de jamón del cerdo matado el año anterior, criado y curado en la casa de Chilón (3).
Yo excepto en ocasiones muy especiales nunca madrugaba, pero siempre tenía a mi disposición un vehículo propio para desplazarme al campo donde desde unas horas antes, ya se encontraba trabajando mi tío…
– Jubi, ¿un Renault, un Simca, o un 2 Caballos?
No majo no, un macho, un mulo, o como quieras llamarlo, es el que se ve en la foto.
El mencionado acémila, estaba sin domar, y me hacía caso únicamente a mi, ya que lo trataba bien y de vez en cuando además de acariciarlo e incluso peinarlo con un peine de puas metálicas, le ofrecía hierbas que sabía que eran del agrado de estos cuadrúpedos.
Sin embargo, en cierta ocasión al llegar al campo donde ya estaba trabajando mi tío, levantó el vuelo una perdiz, salida de la margen del campo y con su aleteo «Prrrrrr» asustó al macho, este levantando las patas delanteras sin tener en cuenta a su jinete, me dejó caer de espaldas con la cesta, las sopas de ajo y demás condumio, caí de espaldas impregnado de sopas por todos los sitios, pero a la hora de levantarme, no fui capaz de hacerlo, llamé a gritos a mi tío para que me ayudara pensando «me he roto la columna, voy a vivir en una silla de ruedas»
Mi tío me ayudó y yo empecé a moverme con normalidad, había sido todo un susto, pero la impresión inicial al no poder levantarme fue muy traumática.
Por supuesto ese día mi tío, no comió sus sopas de ajo y yo tuve que trabajar sin camisa, para que se secara la que yo llevaba, aunque normalmente ya lo hacía sin ella, para tomar el sol.
Continuará en el guateque.
(1) Con este nombre aragonés se llama a la loncha de tocino, jamón, carnero, etc.
(2) Este es el nombre del pan que se le daba al que había estado en el campo y volvía a casa por no haberlo terminado de consumir.
(3) En Aragón y en los pueblos, todas las casas tienen un nombre que las distingue de las demás, en este caso y en casa de mis tíos yo era Emilio de la casa Chilón. No he conseguido saber el porqué del nombre de Chilón.
Ya leí que el jamón era del bueno y parece que vas a comerlo mas veces en estas historias, que me gustan mucho. Intento pensar en que eran unas vacaciones estupendas, montar en el mulo, trabajar en el campo como un adulto, son todo experiencias estupendas. ¡Ah! en el Pirineo se pone nombre a las casas, en todo no solo en el aragonés. Un abrazuco
ester El jamón era el único que yo comía entonces, apareceré en una foto comiéndolo, mis padres no se podían permitir esos lujos. Un poco antes de nacer yo, mi padre ganaba 8 pesetas al día y el kilo de carne costaba 5 pesetas podemos verlo en este enlace, en cuanto a las «vacaciones» para mi lo eran ya que en Zaragoza no hacía nada más que estudiar y en el pueblo vivía experiencias nuevas y estaba en el campo, trabajando si, pero mi tío no me agobiaba y los trabajos más pesados no me los dejaba hacer y luego los domingos… pero esto será otra historia.
Un abrazo
Aquí le decimos chulla a la chuleta de cordero. Seguro lo pasarías en grande. Te dejó tu tío volver a montar a la mula?.
jesus Cada autonomía tiene sus propias particularidades. Yo montaba en el macho que aparece en la imagen, en alguna de las dos mulas que existían en casa, cuando no trabajaban y estaban en la cuadra había que llevarlas a abrevar (llevarlas a la fuente o abrevadero a que beban), pero las que más me gustaban eran las yeguas, también había dos, normalmente con potrillos o mulas nacidas ese año, (que luego mi tío los vendía en la feria de Jaca) una de ellas era la más agradecida y la que si estábamos en el campo y las llamaba acudía a la primera y se dejaba montar, por supuesto siempre a pelo.
No se si no lo has dicho o se me ha pasado la edad que tenías. Menor de edad, sí, pero en las fotos de Flickr aparentas no faltarte mucho para llegar a ella.
Senior Citizen La edad que tenía en las fotos debe de ser de unos 15 a 17 años, no tengo nada que me pueda recordar la fecha con exactitud. No obstante yo iba al pueblo desde que tenía un año, por supuesto al principio con mis padres, luego yo solo con autorización de ellos para poder viajar, y estuve yendo hasta los 20 años cuando entré a trabajar en telefónica y ya no fue posible nada más que hacer visitas esporádicas.
Como que por entonces en Telefónica las vacaciones se elegían teniendo preferencia los más antiguos ¿no? Y a ti te tocarían en invierno.
Senior Citizen Cuando no las querían los demás era cuando las podía disfrutar y por supuesto al principio 15 días en lugar de los casi tres meses que tenía cuando era estudiante.
Me has recordado mi poca de interno en Lecaroz, Navarra, que salia todos los Jueves y fines de semana a casa del pueblo de un pseudo tio, que no lo era, pero me acogía como de la familia mientras estudiaba en el colegio, tengo grandes y gratos recuerdos, fue mi primer contacto con el campo…
Salud
Genín Lo bueno de recordar viejos tiempos es que sin querer hacemos que las demás personas vivan esos momentos como si fueran suyos y recuerden la época de su juventud, lo malo es que esos tiempos ya no vuelven y la edad no perdona.
Saludos
Que pena la pérdida de esas sopas de ajo que seguro estaban buenísimas.
Lo de estar contento por trabajar en el campo sería por la novedad porque trabajar todos los días ya no era tan «divertido». Y eso de que cada casa tenía un nombre era lo habitual en la época, por mi zona también se hacía así.
Calandra Esas sopas eran riquísimas yo las comía en casa y te resucitaban y te predisponían al trabajo.
Mi tío no me dejaba que llevara sacos de 60 kilos al granero cuando se trillaba o unas enormes y especiales sábanas llenas de paja que había que llevar de la era al pajar, teniendo además que subir por una escalera sujetándose con una mano, si había que picar mucho en algún sitio para hacer un arbellón (pequeño canal que se llenaba de piedras y se cubría de tierra para dar salida a un manantial que surgía en mitad de un campo).
En varias ocasiones me dijo que si me quedaba con ellos (no tenían hijos) me hacía heredero de la casa y de todas sus tierras, yo le dije que no, hoy en día con eso patrimonio no se podría vivir.
Los recuerdos hacen revivir hacen recordar a otros sus recuerdos, y es bonito, pero en una tertulia de x años a x años, pero cuenta esta historia al niño-movil, y te miraran como si fueras un perro verde
un abrazo
Maria Jesus Ruiz Alonso Es cierto lo que dices, lo que yo publico seguramente tendrá poca influencia en el resto de visitantes y comentaristas del blog, pero seguro que avivará sus recuerdos, en algunos casos para evocar hechos felices, en otros quizás para rememorar vivencias que se pretendían olvidar, en todo caso, casi seguro que a nadie le resultará intrascendente el artículo.
Por supuesto que a a mi edad que me pinten de azul, verde o amarillo no me importa en absoluto.
Un abrazo
Cuánta calidez desprenden tus relatos-vivencias, Emilio.
La historia de cada uno se forja desde niño/a, y con los años y las experiencias vividas, con las anécdotas, con las personas, la familia, el trabajo, las costumbres, los medios de que se disponía, etc.
Sopa de ajo, comida de cuchara, mmm, se me ha despertado el apetito!!
Un abrazo!
FaerieGlen Con este nombre no te había conocido, es que las que tenéis media docena de blog, aparecéis por cualquier sitio.
La historia de cada uno se forja desde niño, así es y yo debo de volverme excesivamente viejo y ya vuelvo a mis orígenes. Que conste que en la actualidad como yo no se cocinar, ahora que llega el frío le pido a mi mujer que me haga sopas de ajo muy a menudo, abren el apetito y resucitan a un muerto.
Un abrazo
Cuánta ternura despiertan esos recuerdos. Y fíjate que, pese a la mecanización rural y que nuestras edades difieren, hay mchos aspectos que se mantienen. Los mulos casi son animales exóticos y muchos aperos de labranza forman parte de los Museos de la Tradición que, cada vez más, se levantan en algunos pueblos. Las buenísimas sopas de ajo siguen vigentes, con esas escogidas rebanadillas de pan churruscado y crujiente.
Una de las tradiciones con las que más disfruto es cuando se juntan los animales para llevarlos a puerto y se hacen turnos semanales para subir la comida del pastor. O el esquilado de las ovejas…
Una mirada… Las sopas de ajo, que ricas, pronto se las empezaré a pedir a mi mujer ya que para la cocina soy un desastre. El casa Chilón quedaban un apero y un brabán, no se si seguirán estando en el huerto de casa.
En una ocasión estando en Broto subimos unos cuantos en un todo terrero, pan, latas, carne, aceite, verduras y periódicos del Alto Aragón a un pastor que estaba en lo alto de un monte próximo cuidando un enorme rebaño de ovejas con la única compañía de tres o cuatro perros, cuando llegamos ya nos estaba esperando con un buen fuego para hacer una caldereta y comer todos juntos.