La ONU insta a comer insectos para combatir el hambre en el mundo.
Un informe de la FAO sostiene que muchas especies tienen tantas proteínas como la carne y que su producción es barata.
En 2030 el mundo tendrá que alimentar a más de 9.000 millones de personas, además de los miles de millones de animales que se crían anualmente. La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), estima que expandir la superficie dedicada a la agricultura no es una opción sostenible. Los océanos están sobreexplotados, y el cambio climático y la escasez de agua podrían complicar la producción de alimentos. Para hacer frente a esos retos y a la hambruna, los expertos de la ONU creen que lo que comemos tiene que ser revaluado. Y ahí entran los insectos.
Esta noticia me viene al pelo para contar una anécdota ocurrida haciendo la mili en Sidi Ifni, donde tuve la suerte desgracia de ir allí en el año 1969, a pasar penalidades.
Entre otras muchas cosas que he contado en la categoría Mili, se encuentra esta que voy a contar, aunque solamente lo había hecho en algún comentario.
Hubo dos días durante las cuales, las calles se veían cubiertas de langostas, y los morillos de 6 a 12 años las iban cogiendo, y de un bocado se comían la cabeza y el resto lo tiraban. Decían que estaban muy ricas. No tengo ninguna foto de entonces, aunque he conseguido una del blog Veteranos de Ifni.
Al día siguiente al ver que la plaga no desaparecía, el comandante de nuestro Batallón de Ingenieros, le dijo a un sargento que seleccionara a unos cuantos soldaditos y que nos llevara a su huerto a espantar a las langostas.
No se el daño que le habrían hecho los bichitos, pero el que nosotros le hicimos seguro que fue mayor. Con nuestras botas de instrucción y cuando el sargento no nos veía (de hecho volvía la cara muy a menudo, para no tener que dar explicaciones) los tomates, pimientos, berenjenas y resto de hortalizas salían volando como si les hubieran crecido alas, en otras ocasiones los pobres frutos eran pisoteados «sin querer» por nuestras «queridas» botas.
– Jubi, y todo esto a que ha venido?
Muy simple, a que el otro día apareció en mi buhardilla el saltamontes o langosta que encabeza el artículo y recordé como se comían las cabezas los niños moros en Sidi Ifni, con evidente deleite.
Va a ser muy difícil que veamos a las langostas como comida, aunque los langostinos son bien feos y mira !! Me ha gustado mucho la historia de la mili.
trimbolera No es por nada, pero me gustan mucho más, esas langostas que se ponen sonrosadas cuando se hierven y que se pescan en el Mediterráneo.
Que malos… 🙂
Salud
Genín Que 16 meses mas perdidos en un país que no iba con nosotros y eso que yo tuve la suerte de que los 6 últimos meses me destinaron a Canarias con una emisora militar.
Saludos
El género humano no respeta ni a las langostas.
Calandra Ni a los conejos, ni a las gallinas, ni a los cerdos, ni a los boquerones, ni a las sardinas, ni… Hay que comer y cada uno tiene sus preferencias aunque hay personas que prefieren no comer nada animal, claro que entonces se comen el alimento de los animales.
La langosta marina solo come el pescado muerto y putrefacto creo que al igual que la gamba y parientes, por el fondo de los mares, que asco. Como lo dice la FAO, y hay que empezar por algo, yo me iré comiendo las de mar hasta que se acaben, vosotros empezad por las de tierra. Eso se llama solidaridad.
Jesús La solidaridad bien entendida, empieza por uno mismo y puesto que tu estás a la orilla del mar, déjanos a nosotros que comamos, esas porquerías que se nutren de alimentos corrompidos y nosotros en justa compensación te dejamos que comas los saltamontes, las arañas, los escorpiones… ya que todos ellos comen alimentos vegetales o animales pero si corromper.
Comprende Jubi, que los saltamontes en el interior os lo podéis comer frescos, frescos del día.
Jesús Hoy en día cualquier agencia de transporte en tres horas os lleva el producto recién cogido de la huerta de Aragón.
Por esta vez paso de aumentar la foto del «cigarrón», que ya la he visto bastante grande en Flickr y es un bicho que no me cae nada simpático, pues de niñas nos decían que hacían heridas en la cara si al saltar te rozaban con las patas.
Senior citizen El día que la fotografié en la buhardilla, la traté de coger varias veces, con idea de abrir una de las ventanas y dejarla en el tejado.
Cuando lo conseguí, una de sus patas me la clavó en el dedo índice de la mano derecha y esos dos o tres pinchazos me hicieron estar sangrando un buen rato, la solté con cuidado, pero me temo que con el frío que hacía…
Es cuestión de tiempo que empecemos a comer insectos de manera global (en algunos países ya se hace) pero no estoy de acuerdo con el colapso de la agricultura (sí con el de los océanos). El problema del hambre es político, y se erradica en cuanto se quiera, poniendo manos a la obra. Otra cosa es que no interese.
Tawaki Hoy por hoy, me repugna simplemente ver los insectos pinchados en un palito y fritos o cocidos, claro que hay muchas personas que los caracoles les dan asco y yo me los como con gran satisfacción. Todo es cuestión de irse acostumbrando.
He comido orugas en tortilla y una especie de ensalada con el grillo como elemento delicatessen y estaban deliciosos, aunque reconozco que me costó mucho tomar el primer bocado. Cuestión, como dices, Emilio, de acostumbrarse y de dejar que sean las papilas las que antepongan el agradable sabor a los prejuicios.
Una mirada… Antes me gustaba probar todo lo nuevo que veía en los restaurantes por los que pasaba, pero aunque hubiera visto los insectos fritos, creo que no los hubiera probado. Otra cosa es que «camuflados» y sin ver lo que estaba comiendo una vez ingerido me hubieran dicho de que estaba hecho ese plato, suponiendo que me hubiera gustado, quizá entonces iría recogiendo lombrices… y no precisamente para pescar.