En el lecho matrimonial…
De repente ella, que estaba medio dormida, sintió que él la acariciaba…
Primero fueron caricias tímidas, periféricas, como si tuviera pudor…
Luego las caricias fueron subiendo de tono.
Cada vez más, por todo el cuerpo, sus manos la recorrían de arriba abajo como hacía… no recordaba bien, pero suponía que tres años por lo menos…
Sensaciones que creía olvidadas volvían…
Su cerebro recordaba y ayudaba…
Las caricias se amontonaban y repetían, él la levantaba, la daba vuelta, ahora era un torbellino de sensaciones indescriptibles…
(Si no sois mayorcitos no sigáis por favor).
De repente… Nada… ¡¡¡Nada de nada!!!
– ¿Qué pasó? preguntó ella… Sigue, por favor… ¡quiero más!
-Shhhh- la calmó él, ya está…
– ¿Cómo que ya está?
– Ya está, ya encontré el mando a distancia, sigue durmiendo…
Recibido por correo. Gracias B.
¡Muy bueno!
Y cuando se es mayor se entiende mejor, jajaja.
La vida sin humor no es nada.
Un saludo
malvaoooo
La purita realidad, ja, ja…
«…Cuando acaricias a tu pareja sin querer quiendo, despertando falsos deceos, es pecado pasado los 40…»
Un dicho de mi madre.
Que aunque tengo 20 me tiene preocupado de que tenga razón…
Saludos.
Que cruel, Jubi. Yo que me estaba emocionando…
No hay que tener tele en el dormitorio.
jajaja
Pobre mujer, deberia darle con el mando en la cabeza…como minimo.
Pero que cachondo eres, los niños a la cama, y al final….nooo si me lo han mandado por correo…..
hola, ja ja, ja …vaya que maridito ese…. que si no es por el control de la tele , no se da cuenta con quien duerme al lado…..un consejo para la esposa, señora desconecte la tele antes que el ingrese al dormitorio su marido…….y prohido el celular en la cama ….por lo menos un poquito mas de consideracion a quien comparte su vida como pareja…un abrazo
HOLA ESTUVO MUYM BUENO PARA SER VERDAD
VESOS Y VAY
A todos Un poquito de humor sano, nunca viene mal, claro que a lo mejor era el único momento que podía ser el rey de la tele.
Abrazos.
El erotismo va de la mano con laconfianza por lo que la confianza mata al gato. no deveis acostumbrarnos a dar lo mismo