PARA MEDITAR SERIAMENTE…
Se cuenta que en una ciudad del interior, un grupo de personas se divertían con el tonto del pueblo, un pobre infeliz de poca inteligencia, que vivía haciendo pequeños recados y recibiendo limosnas.
Diariamente, algunos hombres llamaban al tonto al bar donde se reunían y le ofrecían escoger entre dos monedas: una de tamaño grande de 50 céntimos y otra de menor tamaño, pero de un euro. Él siempre tomaba la más grande y menos valiosa, lo que era motivo de risas para todos.
Un día, alguien que observaba al grupo divertirse con el inocente hombre, lo llamó aparte y le preguntó si todavía no había percibido que la moneda de mayor tamaño valía menos y éste le respondió : – Lo sé señor, vale la mitad, pero el día que escoja la otra, el juego se acaba y no voy a ganar más mi moneda.
Esta historia podría concluir aquí, como un simple chiste, pero se pueden sacar varias conclusiones:
La primera : Quien parece tonto, no siempre lo es.
La segunda: ¿Quienes son los verdaderos tontos de la historia?
La tercera: Una ambición desmedida puede acabar cortando tu fuente de ingresos.
La cuarta, y la conclusión más interesante : Podemos estar bien, aun cuando los otros no tengan una buena opinión sobre nosotros. Por lo tanto, lo que importa no es lo que piensan los demás de nosotros, sino lo que uno piensa de sí mismo.
Moraleja : «El auténtico hombre inteligente es el que aparenta ser tonto delante de un tonto que aparenta ser inteligente»
Recibido por correo. Gracias Luis.
Me quedo con la moraleja. Un abrazo
Ester ¿Ya estamos quedándonos cosas? ¿Te la cambio por una más pequeña?
Un abrazo
Un inocente riéndose de los sabios 😉
Buen sábado.
Un beso.
Pd. He quitado . M pero esa es la dirección.
Laura Gracias, aunque de momento te he añadido a un agregador de noticias, así me acabo de enterar que has actualizado con «SE BUSCA. WANTED. . .», por lo que veremos a quien buscas.
Un abrazo.
Quien no ha tenido que hacerse el tonto o el sordo alguna vez. Moraleja muy real.
Jesús Yo, el sordo me lo hago muy a menudo, así como el tonto, claro que esto último no hace falta que me lo haga.
Para aprender y escarmentar.
trimbolera Cuidado con los que se hacen el tonto demasiadas veces, que seguro que nos están engañando.
Si, yo lo recibí también por correo.
Yo creo que el que se hace el tonto no es inteligente, es un embustero engañador, es bastante hipócrita, a mi no me va, prefiero que me miren a los ojos y me digan lo que realmente sienten 🙂
Pero en este caso el «tonto» hizo bien, por supuesto.
Salud
Genín Este caso por supuesto no es real, pero podía serlo, simplemente nos sirve de recordatorio para que aprendamos que hay «tontos» muy listos.
Saludos
Muy bueno, a veces «los tontos» dan buenas lecciones.
Calandra Ya lo creo y no nos podemos fiar ni de ellos ni de los que se creen muy inteligentes.
Pues para ciertas cosas, como aparentes ser tonta (o sospechen que lo eres) estás perdida.
Senior citizen Tienes mucha razón, pero para otras es bueno hacerse el «tonto», de hecho yo me lo suelo hacer en alguna ocasión en la que quiero conseguir determinada información y no sueltan prenda, y me suele dar buen resultado.
Muy buena historia que se puede aplicar a multitud de casos y escenarios.
Tawaki Tienes razón se puede aplicar en muchos casos, incluso en ocasiones, seguramente alguno de nosotros nos hemos hecho el tonto para conseguir algo determinado, a veces simplemente una información.
Avispado lo era, desde luego, aunque sería discutible considerar inteligente a quien se finge mermado por cincuenta céntimos.
Una mirada… La moraleja la debemos de interpretar de manera bastante más amplia, que aplicando simplemente el ejemplo que aparece.