Artículo copiado íntegramente de Álvaro Sierra, en Hoy Aragón.
Si el panorama actual que vive Aragón o España por la pandemia de COVID-19 ya resulta alarmante, o extremadamente alarmante. Es imposible no sentir pavor cuándo comienzas a ver negocios de hostelería de toda la vida con el cartel de ‘se traspasa’. El sector de la hostelería ha sido el más castigado por las medidas restrictivas del Gobierno de España, y del Gobierno aragonés, desde el inicio de la pandemia.
Y es de todo injusto. Quizá no haya sido el sector que más, pero si uno de los que más empeño le han puesto para garantizar la seguridad sanitaria desde que les permitieron abrir sus puertas tras el confinamiento.
No sólo con un gasto ingente para acatar todas las recomendaciones -o más bien obligaciones- sino que incluso no han dejado de pagar a sus proveedores o empleados. Porque nadie mejor que ellos para saber que si uno cae, terminan cayendo todos.
Son el salvavidas de una economía local que se teje desde lo más abajo de nuestro bolsillo para terminar alegrando nuestras calles, que son parte de nuestra cultura callejera, y dan sustento a las ciudades y a los pueblos. Son el sector más desprestigiado pero el que más amortigua el tejido del comercio local.
Pero la culpa es de la hostelería. O eso se intuye en cada una de las medidas implantadas por el Gobierno de España, con el sello aún más incriminatorio del Ejecutivo de Javier Lambán. Pero nada más lejos de la realidad.
La culpa al final ha sido de cada uno de nosotros por relajarnos en la parada de autobús, esperando al crio que salga del colegio, en esa terraza del restaurante del barrio o en la comida familiar de los domingos cuándo nos quitamos la mascarilla sin pensar con quién estamos. O de dónde ha venido, con quién ha estado, si ha tenido síntomas…
Da igual. Era el único momento donde todo importaba menos. Y aún más si le sumas el aditivo del alcohol que todo lo amansa con artificio. Pero todo esto que escribo no es importante. En el relato o en la imagen colectiva de la sociedad queda grabado que la culpa de todo es de la hostelería. Y por ello es la más castigada en las restricciones aprobadas.
Y han sido los que más han cumplido con los deberes sanitarios. Sólo quedará volver al formato ‘delivery’ o ‘take away’ para socorrer a un sector herido de muerte. Eso sí, hasta entonces habrán caído cientos de bares que eran parte de nuestra fisionomía más urbana y nunca más veremos. ¿La culpa de la hostelería?… quédate con eso si te sientes mejor. Pero luego deberíamos mirarnos todos al espejo.
Gracias a todos… y todas, por vuestras visitas y comentarios, cuando me encuentre anímicamente mejor, empezaré a comentar en todos vuestros blogs
Desde hace unos 6 meses no visito una cafetería, restaurante o bar excepto en alguna y muy particular excepción, echo en falta unos churros recién hechos, un bocata de calamares, una ración de pulpo, un mini bocadillo de jamón con ese pequeño pan que no se encuentra a la venta, ese pasear por la ciudad buscando cualquier cosa, y entrar en una cafetería y ver unas migas a la pastora, o unos caracoles en salsa y pedir una ración…
Perdón, añoranzas del que tiene miedo al coronavirus.
Un abrazo a todos y todas.
Mucho ánimo, amigo. Somos muchos los que de una manera u otra nos estamos viendo afectados por esta pandemia, y el largo transcurrir de los meses no ayuda desde el lado anímico. De una forma o de otra, hemos de adaptarnos, con cuidado, con precaución, pero sin obsesionarnos. A mí me ayuda mucho hablar por Skype con mis amigos y dar paseos por el pueblo, pero cada uno ha de buscar su manera particular de salir adelante. Por lo de visitar los blogs no te preocupes; sabemos que estás ahí y eso es lo más importante.
Este es mi Jubi. Se ha echado a la espalda toda la esclavitud y reservas que nos trae la pandemia y se sacude de una vez por todas su nefasta influencia plantándole cara. Y eso que no es el momento más propicio para ello. Al menos aquí, en Pamplona, que la prensa nos despierta con estos alarmantes titulares:
<> La medida entrará en vigor el jueves… Me lo explico, es que mañana y pasado está le Vuelta Ciclista a España… de otra manera estaríamos, pienso, recluidos desde hoy.
Se me ha quedado en el tintero el titular por antonomasia, que imprime a la noticia su verdadera magnitud:
Confinamiento perimetral de Navarra y cierre de la hostelería durante 14 días.
Perdón por la omisión.
La hostelería lleva años acatando consignas, (ley del tabaco, por ejemplo) y gastando dinero en mejorar(estufas en las terrazas) y ahora la pandemia, se han gastado en desinfectar y protocolos un dineral y ahora tienen que cerrar. y si no hay un bar nos reuniremos en la plaza o en el campo y será peor. Yo si voy a los restaurantes y a las cafeterías, les apoyo y además dejo la propina que no pude dejar durante tres meses y la que se merecen por su esfuerzo.
Tenemos que animarnos y no dejar que un bicho diminuto nos amilane, hay que hacer vida y mover la economía lo que podamos.
Yo sigo yendo a los bares. Es la única manera de ayudarles. Un beso
Ánimo, Jubi.
En esta pandemia, son muchos los que se sienten raros, extraños. Nos han cambiado nuestros hábitos y rutina a la hora de salir y quedar. Lo importante es tener paciencia y seguir cuidándose. Pero igual de importante es el estado anímico que nos provoca. Piensa que no estás solo, mucha gente me ha comentado lo mismo que tú, incluso gente cercana ha empezado a ir a especialistas porque se notaban apagados y tristes.
No te agobies. No pienses más de la cuenta, y encuentra esa válvula de escape que cada uno tiene/necesita. Dar con la que te funcione a ti.
Fuerza y ánimo.
Un abrazote.
Yo sí voy a los bares cuando puedo, pero fuera, en una terraza al aire libre. ¿Que vamos a hacer cuando haga frío? Pues ya veremos. Estamos en una situación que no cabe hacer planes de un día para otro.
Este sector se está viendo muy afectado. Jubi, es muy lamentable todo el daño derivado de esto.
Un fuerte abrazo.