Ricardo recibió un loro por su cumpleaños; ya era un loro adulto, con una muy mala actitud y vocabulario. Cada palabra que decía estaba adornada por alguna palabrota, así que siempre estaba de muy mal genio.
Ricardo trató desde el primer día de corregir la actitud del loro, diciéndole palabras bondadosas y con mucha educación, le ponía música suave y siempre lo trataba con mucho cariño. Sin embargo, llegó un día en que Ricardo perdió la paciencia y gritó al loro, el cual se puso más grosero aún, hasta que en un momento de desesperación, Ricardo metió al loro en el congelador.
Durante un par de minutos aún pudo escuchar los gritos del loro y el revuelo que causaba en el frigorífico hasta que, de pronto, todo fue silencio.
Después de un rato, Ricardo, arrepentido y temeroso de haber matado al loro, abrió la puerta del congelador. El loro salió y con mucha calma dio un paso al hombro de Ricardo y dijo : – Siento mucho haberte ofendido con mi lenguaje y actitud, te pido me disculpes y te prometo que en el futuro vigilaré mucho mi comportamiento.
Ricardo estaba muy sorprendido del tremendo cambio en la actitud del loro y estaba a punto de preguntarle qué es lo que lo había hecho cambiar de esa manera, cuando el loro continuó :
– Te puedo preguntar, ¿qué fue lo que hizo el pollo?
¡Inocente! Cómo no iba a salir transformado. Jajaja.
Que tengas una feliz semana.
Un abrazo.
Sara O. Durán ¡Pobre, menudo susto se dio!
Un abrazo, igual te digo
jajajaja Si se pudiera hacer algo parecido a eso con los políticos… 🙂
Salud
Genín No es mala idea, claro que seguro que no escarmentaban.
Saludos
Menudo susto que se llevó el pobre loro. En realidad al que tendría que haber metido en el congelador era al que le enseñó al loro a ser tan maleducado.
Calandra Tenían que haber metido a los dos juntos y únicamente sacar al loro.
¿Los loros tienen pulgas?
Senior citizen Pueden tenerlas, aunque no les suelen durar mucho ya que se espulgan ellos mismos.
ja,ja,ja,ja Muy bueno. Ya podrían usar esa técnica con algunos que yo me sé.
Tawaki Creo que todos hemos pensado en utilizar esta técnica con las mismas personas, pero como el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, seguramente no nos serviría para nada.
Jajajaja, yo también tengo una historia de un loro en el congelador, pero esta es real.
Besos.
Crónicas de una Española en Viena Espero poder leerla algún día en tu blog.
Besos
Pobre bicho… Qué shock neveril.
Una mirada… Hablando de pollos, seguramente conocerás el «Proyecto pollo», pero por si acaso te dejo el enlace.