Un herrero forjó dos hoces. Las hoces se las compró un vecino campesino.
Después de afilar las hoces, el campesino se llevó una de ellas al campo y dejó la otra en el granero.
Cuando terminó la cosecha, las hoces se juntaron de nuevo y se miraron con asombro. La primera hoz debido al trabajo se volvió brillante y hermosa. La segunda, mientras yacía inactiva en el granero, estaba cubierta de polvo y óxido.
– ¿Cómo pudiste volverte tan guapa? le preguntó a la primera hoz.
– Después de todo, trabajaste duro bajo el sol abrasador, y y yo sin embargo descansé tranquilamente en un granero fresco.
“El trabajo me hizo así”, respondió la primera hoz.
«Y tu resultaste estropeada y herrumbrosa por la ociosidad«.
Visto en la red.
Sin duda así es. La actividad mantiene en forma.
Un abrazo.
-Sara O. Durán- Yo esto lo he vivido personalmente en el pueblo de mi padre, no con hoces precisamente, pero si con aperos de labranza, arados, brabanes.
Cuando yo llegaba al pueblo estaban relucientes, pero al poco tiempo al empezar la cosecha y la trilla, se dejaban abandonados en el huerto hasta el próximo año, allí día a día veía como se iban enmoheciendo y oxidando, hasta que hubiera que emplearlos de nuevo.
Un abrazo
Muy bueno. Un beso
-Susana- Totalmente verdadero y cierto.
Un beso.
A esa hoz le falta el martillo y estaría completa.
Saludos
-emilio- No, por favor no mezclemos la política con la agricultura, no, por lo menos en esta época que estoy rememorando, a esa hoz a lo sumo lo que le falta es la zoqueta , (Pieza de madera, a modo de guante, con que el segador resguarda de los cortes de la hoz los dedos de la mano izquierda). Solamente la utilicé en dos ocasiones, cuando la cosecha prácticamente se había perdido y había que cortar las malas hierbas con la hoz.
Piensa, que de crio iba al pueblo de mi padre a ayudar en las faenas agrícolas a su hermano y he trabajado de todo, simplemente por que mis padres, preferían tenerme en el pueblo y que mis tíos me alimentaran, comiera mucho mejor que en la ciudad y pudiera ayudarles.
Trabajé de todo, por supuesto sin recibir ni una peseta a cambio, pero ayudaba a que mis padres no tuvieran que alimentarme durante una temporada.
Mi padre entonces cobraba en Telefónica 12 pesetas diarias, imagina.
Saludos
¿que?, el martillo o la maza es otra herramienta que se utiliza también en el campo para arreglar vallas y otros elementos, no hay que mezclar, como tu dices, las churras con las merinas.
Saludos
-emilio- Lo siento, te había interpretado mal, había pensado en esto. El martillo, junto con el yunque y una piedra de afilar se utilizan para afilar la guadaña, (dalla en Aragón)
Saludos
Trasladado a las personas no es tan cierto, pues una mujer recogiendo fresa en Huelva o un jornalero vareando aceituna, no se se conservan mejor que el consejero/a de un banco en su despacho.
-Senior citizen- Evidentemente el ejemplo no se puede extrapolar a una persona, al menos en su apariencia, no obstante quizás físicamente pudiera ser que una persona que trabaja en el campo esté en mejores condiciones físicas que una sedentaria que se encuentra en una oficina.
Pues sí. Está claro que la inactividad física o mental atrofia el cuerpo o la mente.
Un abrazo y feliz semana, Jubi
-bisílaba- Dices la inactividad física atrofia el cuerpo.
Eso lo he vivido en mis propias carnes después de haber estado encamado dos meses y todavía no me he recuperado del todo, esto me ocurrió en enero y febrero del 2022.
Un abrazo
Está claro que ese cuento se lo inventó un rico para hacernos creer que trabajar de sol a sol por un jornal de m****a es una maravilla.
Besos.
-Montse- Lo de las hoces puede ser completamente cierto, he vivido algo parecido con aperos, arados y brabanes en casa «Chilón» en el pueblo de mi padre, también con la guadaña que se guardaba en el granero.
Con respecto a las personas, no es extrapolable.
Besos
En las herramientas es como dices y se señala en la fabulilla, pero en las personas es otro cantar. Hay quienes hacen de la ociosidad su modus vivendi y están de maravilla; pero quien ha estado trabajando años y más años en labores que no son compatibles con estar sentados en una silla, terminan derrengados y se les nota físicamente.
-Una mirada…- Las personas nos comportamos de distinta manera, y sin embargo a veces… Mi madre con una edad de unos 16 años, se tuvo que hacer cargo de todos sus hermanos, 5 ó 6, salió adelante con ellos, unos se marcharon a Madrid otros a Cáceres, ella de momento a Madrid de chacha, hoy empleada de hogar, trabajó toda su vida sin parar. Junto con mi padre, segundón de un pueblo de Huesca, que tuvo que salir del pueblo por estar sentenciado a muerte, se ganó la vida trabajando por un plato de judías y un techo para cobijarse.
Mi padre falleció a la edad de 92 años, mi madre a la de 98 ¿no sería esto como consecuencia del trabajo constante a lo largo de toda su vida?