Todos conocemos alguna discoteca, posiblemente de jóvenes e incluso de mayores más de uno habremos estado en ellas, sabemos que una sala de fiestas suele ser enorme y tiene varios nombres en Argentina, Paraguay, Uruguay y en el sur de Bolivia se las conoce como boliche, en México como antro y Chile como disco o discothèque, también conocidas en otros países como night club (club nocturno), boîte, disco, etc; son lugares por lo general de pago o con invitación, con horario preferentemente nocturno, donde los concurrentes pueden bailar, socializar o consumir bebidas alcohólicas y, en general, tienen el entretenimiento como objetivo.
Y ahora os hago una pregunta sorprendente. ¿Cual sería el tamaño mínimo para una discoteca? ¿El de un pequeño dormitorio, o quizás el de un salón de una vivienda, o posiblemente el de un piso?
Si habéis dicho cualquiera de las soluciones propuestas, lo siento no habéis acertado.
La discoteca más pequeña del mundo, está en Madrid, y es una antigua cabina telefónica.
La discoteca de la que hablo es la de la imagen inferior, este «establecimiento» destaca por sus pequeñas dimensiones. Tanto es así que en ella solo cabe una persona.
Su nombre es Teledisko y está ubicada en la madrileña calle de Zurbarán y es gratis. A simple vista puede no reconocerse como tal, pues es una antigua cabina de teléfono lo que le da forma a esta discoteca.
Para su uso, hay que seleccionar a través de una pantalla táctil la canción que se quiere escuchar y los extras de los que quiera disfrutar. Una vez aplicados, se abre la puerta y en ese momento es cuando comienza la hora de bailar.
La propia cabina dispone de varios botones en los que se puede decidir si se quieren efectos especiales como humo o bola de discoteca o si la persona se quiere llevar una fotografía para el recuerdo.
Y para los escépticos aquí os muestro la discoteca más pequeña del mundo.
Goethe-Institut acoge en Madrid la iniciativa ‘Teledisko’, una oportunidad de bailar en una auténtica «pista de baile», como si de una discoteca en miniatura se tratase, en el interior de una antigua cabina de teléfonos alemana, tal y como ha explicado Ana Pérez, responsable de programación cultural de Goethe-Institut.
Las cabinas telefónicas, ya no se utilizan, pero algunas permanecen, aunque solo se quedan para cumplir una función simbólica: en Madrid tenemos la que recuerda la película de Antonio Mercero, en Barcelona una que hace las veces de biblioteca y en Berlín hace más de una década que un artista las empezó a convertir en discotecas.
Benjamin Uphues es el artista en cuestión. Incorporó sistema de sonido, láser y altavoces a las cabinas, las tiñó por fuera y de repente se convirtieron en una atracción turística dispuesta a servir para batir récords.
Créditos : Madrid Secreto, La Provincia.
Hombre, llamar a eso «antro», «discotheque», «night club» o «boîte» a esa cabina es demasiado, entiendo que si son ideas de un artista, debe entender que pretenden ser «obras de arte callejero», que gustarán más o menos, eso seguramente ya es cosa de gente joven.
Saludos
-emilio- Pues para mi es ideal, ya que en el interior de una discoteca no aguantaría ni siquiera estado sentado y con una cerveza en la mano y para tener que taparme los oídos prefiero el aire puro.
Saludos
Lo mejor es mover el esqueleto por cualquiera de los senderos que tenemos en las proximidades de nuestros pueblos y ciudades, si se quiere escuchar música y bailar eso hay que hacerlo como dios manda, con espacio y no enclaustrao.
-emilio- Hace tiempo que procuro no mover el esqueleto, es que cuando trato de hacerlo pierdo algún hueso y luego no se donde hay que colocarlo.
Muyu curiosa esa unidiscoteca en la cabina, pero yo prefiero mover el esqueleto como se decía en mi época en una pista grandota con mucha gente joven, que ahora tiene el pelo canoso o están calvos, disfrutando de los bailes «disco» de los setenta-ochenta, ya sabes Bee Gees, Donna Summer, Jackson five y Mickael Jackson, Silver Convertion, etc.
¡Ay, qué tiempos!
Mil besos.
-Montse- ¿Escuchar música? En casa, con tranquilidad y a un nivel aceptable que no dañe mis oídos que los podres ya han sufrido lo suficiente, ¡ah! y preferiblemente música melódica.
Novecientos noventa y nueve besos.
Una idea muy original. Un beso
-Susana- Igual es que la prepararon para pigmeos y por eso la hicieron tan pequeña.
Besos
Jajaja, no hay cosa que no se le ocurra a alguien hacer. Eso es sorprendente. Mas no sé si me gustaría estar allí.
Un abrazo musical.
-Sara O. Durán- A mi me encantaría estar allí, pero fuera, sentado en una buena butaca viendo las reacciones de los que se metieran dentro.
Un gran abrazo… perdona, que había enlazado también la cabina.
Hola, curiosa si que es desde luego, pero llamarlo discoteca no se yo, la discoteca te lo puedes montar donde esa mientras no se moleste a la gente, yo prefiero como dice Montse, donde se ponga una pista de las de antes…, tambien te digo una cosa, yo no me meto en esa cabina, no vaya ser que me pase como a Jose Luis Lopez Vazquez:)
Besos.
-Piruja- Poco miedo a que nos pase lo de José Luis López Vázquez, ya no quedan cabinas en España… Jubi, ahora todos las llevamos encima
¿¿?? –Claro, vamos con los móviles a cuestas
Besos
jajaja, la repera. Mucho meneo en la discocabina es imposible, pero como experiencia tipo vibración-en-el-armario-ropero tiene su intríngulis: que si una sulfatada de humo, colorines por todos los lados y los Bee Gees haciendo los consabidos falsetes… Para no olvidarlo.
-Una mirada…- Lo mejor es quedarse quieto en el interior, poner la música a tope y que vibre todo lo que quiera la «discoteca», te metes un puro en la boca y a echar humo, así todo queda en casa y es natural.
Como cuando yo tenía edad de esas cosas no las había, no he estado nunca en una discoteca. Los jóvenes de entonces bailábamos en las «fiestas» de los sábados en las casas y, algunas veces, en los bailes de facultad que se organizaban para reunir cuartos con vistas al viaje fin de carrera. Más tarde, sí fui a algunos sitios que se podía bailar en plan íntimo, pero las discotecas tardaron en aparecer, al menos aquí, y para entonces yo ya estaba en otras guerras.
-Senior citizen- Cuando era jovencito y recién adquirido el nombramiento de Encargado de Equipo, fuimos mi mujer y yo con otro matrimonio a una sala de fiestas muy famosa, pero como estaba de guardia, le di una buena propina a la encargada del guardarropa diciéndole «Mire, no creo que me llamen, pero por si acaso estoy aquí», indicándole el sitio exacto donde nos encontrábamos.
No pasó ni un cuarto de hora que viene y me dice, le están llamando por teléfono.
Tuve que ir a por repuesto a la Estación de Radio ir con el coche a mitad de camino de Huesca, volver a la disco y el portero no me dejaba entrar en base a que estaba todo ocupado, hasta que por pesadez me dejó pasar.
Para eso te encierras en el armario ropero de casa y pones la música a tope jajaja. La idea es original, y supongo que tendrá su público. Yo ya soy más de ir a conciertos de todo tipo de música y si hay que moverse, pues me muevo, pero pasó mi época de discotecas, porque me gusta hablar con la gente y allí es imposible. Abrazo.
-Sabius- A mi edad, la música a tope me molesta, de hecho, de vez en cuando me asombro de estar tarareando eso de : Y todo a media luz…
Verás que todo es mentira, verás que nada es amor…
Fumando espero…
En lo alto el Pirineo soñé que la nieve ardía…
Abrazo
La de Mercero, aunque no es la original, la conozco. Y en el Goethe es donde estudié alemán hace ya treinta años. Pero no había visto esta minúscula discoteca.
-Tawaki- La de Mercero no la conozco, pero en mi época telefónica, conocí muchas de ellas vandalizadas ya que me llamaba la policía para advertirme que las habían roto, habían destrozado la hucha donde caían las monedas, se habían llevado el micrófono y auricular…