Carta de despedida de José Humberto Baena, uno de los últimos fusilados por el régimen franquista.
¿Recordáis lo que dije en el juicio? Que mi muerte sea la última que dicte un tribunal militar. Ese era mi deseo. Pero tengo la seguridad de que habrá muchos más. ¡Mala suerte!
Papá, mamá:
Me ejecutarán mañana de mañana.
Quiero daros ánimos. Pensad que yo muero pero que la vida sigue.
Recuerdo que en tu última visita, papá, me habías dicho que fuese valiente, como un buen gallego. Lo he sido, te lo aseguro. Cuando me fusilen mañana pediré que no me tapen los ojos, para ver la muerte de frente.
Siento tener que dejaros. Lo siento por vosotros que sois viejos y sé que me queréis mucho, como yo os quiero. No por mí. Pero tenéis que consolaros pensando que tenéis muchos hijos, que todo el pueblo es vuestro hijo, al menos yo así os lo pido.
¿Recordáis lo que dije en el juicio? Que mi muerte sea la última que dicte un tribunal militar. Ese era mi deseo. Pero tengo la seguridad de que habrá muchos más. ¡Mala suerte!
¡Cuánto siento morir sin poder daros ni siquiera mi último abrazo! Pero no os preocupéis, cada vez que abracéis a Fernando, el niño de Mary, o a Manolo haceros a la idea de que yo continúo en ellos.
Además, yo estaré siempre con vosotros, os lo aseguro.
Una semana más y cumpliría 25 años. Muero joven pero estoy contento y convencido.
Haced todo lo posible para llevarme a Vigo.
Como los nichos de la familia están ocupados, enterradme, si podéis, en el cementerio civil, al lado de la tumba de Ricardo Mella.
Nada más. Un abrazo muy fuerte, el último.
Adiós papá, adiós mamá.
Vuestro hijo:
José Humberto
Podéis conocer su biografía aquí.
Aquello fue morir matando, ya que el Régimen agonizaba con Franco.
-Senior citizen- Las últimas ejecuciones fueron Hoyo de Manzanares, Barcelona y Burgos, fusilando a José Humberto Baena, José Luis Sánchez Bravo, Ramón García Sanz, Juan Paredes Manot y Ángel Otaegui.
Demasiado joven. Qué pena por estas muertes en la historia. Deberíamos de hacer mucho por honrar a esas personas.
Un abrazo.
-Sara O. Durán- En la actualidad se calcula en unas 50.000 las personas que fueron ejecutadas (aunque, aun hoy, esta cifra puede considerarse provisional). A esta cifra habría que sumar todas aquellas muertes que se produjeron en las cárceles como consecuencia de las pésimas condiciones en las que intentaban sobrevivir los presos.
Un abrazo
Seguramente un consuelo para los suyos ver como va a la muerte con entereza y valentía y un estímulo para la humanidad para que no se repitan acciones como estas, de represalias por estar en el bando equivocado. Si evitáramos el origen de este mal, como es la guerra… Si nos reconciliáramos todos los hombres, todos los pueblos, todas las naciones…
-Frajayo- El Generalísimo cerró sus actuaciones como las había iniciado cuarenta años atrás: con fusilamientos al amanecer.
Poco consuelo para los padres que estuvieron esperando el cuerpo de su hijo, después de haber escuchado los disparos del fusilamiento.
Estaban en unos ataúdes destapados hechos con tablas sin pulir ni barnizar, con la indumentaria que llevaban ante los pelotones de fusilamiento. Se veían los orificios de entrada de las balas. Estos aún goteaban sangre, la cual, a través de las tablas de los ataúdes, llegaba a las lápidas de las tumbas sobre las que habían sido depositados.
Extracto del libro ‘En silla de pista’ de Miguel Ángel Aguilar periodista y analista político.
Hay en esa carta tanto Amor que, la primera vez que leí el texto, hace algún tiempo, me emocioné. Y me ha vuelto a ocurrir al leer tu transcripción.
-Una mirada…- No conocía la carta, la leí hace unos días en la red y fui buscando información, la leí en varias ocasiones y cada vez que la leía, se me ponían los pelos como escarpias.