Los niños Glauco y Gleison Ferreira habían salido de la reserva indígena donde viven con su familia en el municipio de Manicoré, estado de Amazonas, a 330 kilómetros de la capital regional, Manaos, el pasado 18 de febrero para cazar pájaros.
Fue en ese momento que tuvieron el último contacto con sus familiares y se perdieron en la selva luego de recorrer varios kilómetros detrás de los pájaros, explicó un portavoz de los bomberos de la Policía del estado de Amazonas.
Los padres hicieron la denuncia ante la policía, que emprendió una búsqueda con 260 personas, sobre todo indígenas y ribereños, que son las personas que viven en las casas flotantes al margen de los ríos amazónicos con gran conocimiento de los secretos de la selva de mayor diversidad del mundo.
La familia pertenece a la aldea de la tribu Mura, que reside en la Tierra Indígena Lago Capanã. Los chicos fueron encontrados a 6 kilómetros de su casa y debido a su avanzado estado de desnutrición estuvieron cuatro días en el mismo lugar, esperando ayuda.
Se encontraban en un área de selva a merced de serpientes, yaguaretés y otros animales porque el mes de marzo es el llamado pleno invierno de la región amazónica, es decir, la época con mayor cantidad de lluvias que modifica el paisaje, sumergiendo los bosques y reduciendo los espacios de tierra firme para caminar.
El martes pasado Vilkem (compadre del papá de los niños) resolvió adentrarse a la selva a buscar madera y revisar su plantación de castaños. En la Amazonia brasileña los castaños de la que sale la «Castaña de Brasil» son uno de los principales alimentos de las poblaciones y también fuente de recursos económicos.
Lo más impactante llegó cuando Vilkem puso en funcionamiento el llamado «teléfono celular de la selva», que es la «cacetada», un golpe continuo en algunos tipos de árboles para permitir que una persona que esté cerca, dentro del bosque, pueda darse cuenta que hay alguien caminando.
Gleison, el niño de 8 años, escuchó los golpes de comunicación selváticos y comenzó a gritar, desde el suelo, sin poder moverse por la deshidratación.
Fue en ese momento que Vilkem comenzó a dar nuevos golpes a los árboles para confirmar esos gritos lejanos. Y tuvo respuesta: «Ayuda, ayuda, vengan a buscarnos«, gritó el niño.
Desde allí, fueron llevados hasta el centro de Manicoré, donde la población, ya avisada y con enfermeras de guardia, los recibió con aplausos.
Fuente : Télam digital
Pobrecitos, una experiencia muy traumática, que espero les sepan atender, para que no les queden secuelas psicológicas. Por suerte los rescataron.
Un abrazo.
-Sara O. Durán- Aunque niños, no creo que esta experiencia se les olvide nunca.
Pero por lo menos los rescataron.
Un abrazo
La verdad es que no parece que los buscaran mucho. Si ese vecino los pudo encontrar por casualidad, es que no estaban lejos.
-Senior citizen- Ignoro si físicamente se encontraban lejos o cerca, lo cierto es que con la lluvia y el aumento del nivel de las aguas es muy posible que no pudieran verlos.
Suerte que los encontraron. Un beso
-Susana- Exacto, tuvieron mucha suerte.
Un beso
Acabo de leerlo, no me había enterado de esta impactante noticia. ¡Pobrecillos lo que han pasado!
Esas vivencias en la niñez no se pueden olvidad aunque vivan 100 años…
Esto es para reflexionar profundamente. Gracias Emilio.
Un abrazo
-Mari Carmen Franconetti- Leí una escueta noticia en algún periódico español e indagué un poco más en periódicos americanos de habla hispana.
Un abrazo
Ay pobres. Si que es un milagro. No olvidaran nunca esta penosa experiencia.
Un abrazo.
-Laura.M- La verdad es que no me explico como aguantaron tanto tiempo, con la cantidad de serpientes, especialmente boas, jaguares y demás bichos nada agradables y a 6 km de casa, fue toda una muestra de supervivencia.
Un abrazo
Qué mal lo tuvieron pasar cuando el paseo dejó de ser una aventura para convertirse en un peligro. Qué esperanzador sería el sonido de los familiares golpes en los árboles que pondría fin a la angustia que vivieron.
-Una mirada…- Pese a todo no se acobardaron, aunque visto en el estado que estaban, les quedaban pocos días para abandonar este mundo.