La conmovedora carta de una anciana granadina que emociona a toda España.
Pilar lamenta que, en su residencia, ya no reciba la atención de su familia y lanza un contundente mensaje a la sociedad. Sus palabras se han hecho virales.
Se llama Pilar Fernández Sánchez. Tiene 82 años y es de Granada. Su nombre no les va a resultar familiar, pero seguro que a partir de ahora lo van a oír bastante. Es la autora de una carta que se está extendiendo por las redes sociales de forma imparable. No es para menos, ya que derrocha emotividad en cada línea.
Esta es la carta completa : Esta carta representa el balance de mi vida. Tengo 82 años, 4 hijos, 11 nietos, 2 bisnietos y una habitación de 12 metros cuadrados.
Ya no tengo mi casa ni mis cosas queridas, pero sí quien me arregla la habitación, me hace la comida y la cama, me toma la tensión y me pesa.
Ya no tengo las risas de mis nietos, el verlos crecer, abrazarse y pelearse; algunos vienen a verme cada 15 días; otros, cada tres o cuatro meses; otros, nunca. Ya no hago croquetas ni huevos rellenos ni rulos de carne picada ni punto ni crochet. Aún tengo pasatiempos para hacer y sudokus que entretienen algo.
No sé cuánto me quedará, pero debo acostumbrarme a esta soledad; voy a terapia ocupacional y ayudo en lo que puedo a quienes están peor que yo, aunque no quiero intimar demasiado. desaparecen con frecuencia. Dicen que la vida se alarga cada vez más. ¿Para qué? Cuando estoy sola, puedo mirar las fotos de mi familia y algunos recuerdos de casa que me he traído. Y eso es todo. Espero que las próximas generaciones vean que la familia se forma para tener un mañana (con los hijos) y pagar a nuestros padres por el tiempo que nos regalaron al criarnos.
Pilar Fernández Sánchez (Granada)
La carta de Pilar no hay que tomarla como un reproche, porque no lo es, sino como un grito de advertencia lanzado desde el amor: formar parte de una familia obliga a sus miembros y sobre todo a los más jóvenes a agradecer simplemente devolviendo amor en compañía a los que se “mataron” por sus descendientes.
Fuentes : Ideal de Granada, ABCblogs
Actualización : Acabo de ver que aunque ahora circula por las redes, la carta fue publicada en julio de 2017.
No importa la fecha, es igualmente emotiva, y no voy a entrar a enjuiciar las residencias, son necesarias como lo es el cariños de la familia. Buen finde, la RAE ya lo acepta
-Ester- Efectivamente las residencias son necesarias, las hay de todo tipo, mi madre por petición propia, pese a que le habíamos preparado nuestro piso para que pudiera moverse con una silla de ruedas, quiso que la lleváramos a una residencia, para no tenernos pendientes las 24 horas del día.
Estuvo en tres, la primera totalmente privada, la segunda concertada en un pueblo próximo a Zaragoza y al final conseguí que la trajeran a una al lado de su casa y de la mía. En ella falleció a los 98 años de edad, prácticamente en mis brazos.
Es cierto según la RAE, finde : m. coloq. fin de semana.
Un abrazo
Muy difícil tema, Jubi. Porque influyen muchos factores. Pero deseo profundamente que estas publicaciones logren crear una conciencia más amorosa.
Un abrazo.
-Sara O. Durán- Ya he comentado en más de una ocasión que cada uno habla, según la situación que le ha tocado vivir.
Un abrazo
Dices bien, Jubi; cada caso es diferente. En mi familia hay una norma no escrita pero en la que no s han educado desde la infancia en referencia al respeto y el cariño hacia las personas mayores; no ha sido necesario hacernos advertencias porque nos hemos criado viendo cómo cada generación se ha ocupado de la anterior, y donde no han podido llegar hijas e hijos han llegado nietos y nietas.
Pero, muchas veces, las circunstancias varían porque cada familia es un universo de situaciones. Hay abuelos y abuelas que viven en residencias y sus familias les colman de cariño; hay, también, personas mayores que residen con sus familares y se sienten ninguneadas, cuando no despreciadas.
-Una mirada…- Yo era muy consciente de que tenía que atender a mi madre, por ello estando en una residencia eran pocos los fines de semana que subía a Broto y cuando lo hacía, avisaba a la residencia de que si pasaba algo me llamaran al móvil y en dos horas estaba en Zaragoza. Mi hernana no me podía ayudar ya que vivía en un municipio de la provincia de Barcelona.
Es un final triste pero nos espera a todos. un beso
-susana- El final en similar para todos, pero hay una enorme diferencia entre los que reciben a sus hijos o nietos o los que quedan abandonados a su suerte, como yo lo he vivido en personas conocidas de la residencia.
Un beso
Se nota que es anterior a la pandemia, pues ahora añadiría eso a su situación. Si entonces echaba de menos a los nietos, ahora ya no los habría visto en ocho meses…
-Senior citizen- Una amiga de mi madre algo más joven, la tuvieron que ingresar por obligación en una residencia, ya que les hacía una tras otra, una de ellas fue tener que llamar a los bomberos para abrir la puerta de su casa, que por lo visto se había caído y no quería levantarse.
Esta mujer ya casi no reconoce a sus hijos y la van a ver de vez en cuando pero a través de una cristalera.