¿Ya habéis comprado las uvas de fin de año para seguir con ellas las doce campanadas?
– Jubi, que aún faltan dos días…
Si, pero ¿y si se terminan?
– En ese caso tomaremos gajos de naranja, granadas o como las llamamos en Aragón «mengranas» y si me apuras, doce melones en lugar de las doce uvas.
Todo preparado para que no falten las uvas de la suerte.
Jubi, no tendré uvas. Están al triple y cuádruple de precio. Y podría comprarlas, pero no acepto que me timen. En febrero seguro las estarán regalando.
Las tomaremos mejor destiladas en un rico vino, a doce tragos si acaso. Tengo pasas ¿valdrán igual para el efecto del ritual? Jaja
Abrazo.
-Sara O. Durán- De momento en casa todavía no las he visto y con el frio que hace en la calle y que solamente vamos a estar mi mujer y yo, igual nos quedamos sin ellas este año aunque no me importa yo suelo irlas comiendo un rato antes poco a poco para no atragantarme.
Por supuesto que las pasas también sirven.
Abrazos
No me encargo de las provisiones, pero ya habrá alguien que traerá las uvicas para despedir el año. Hago como tú, las como a mi ritmo, sin apenas coincidir con las campanadas.
Y no, no estaría mal sustituir las uvas por cucharadas de granos de minglana (así llamamos en mi pueblo a la granada, para que veas lo rico que es el léxico aragonés) ligeramente azucarados.
-Una mirada…- La tradición de las doce uvas es reciente, hay dos versiones una es del año 1897 y era costumbre de la clase burguesa de Madrid tomar doce uvas coincidiendo con las doce campanadas del reloj de la puerta del Sol y posteriormente celebrarlo con alguna botella de champán. Así los ciudadanos corrientes que les habían quitado una noche de farra, la de Reyes haciéndoles pagar un canon, quisieron mofarse de la tradición que dicen fue importada de Francia y Alemania.
La otra versión vox populi, es que se trata de una tradición promovida en 1909 por agricultores de Alicante y Murcia, ante un excedente de uvas para tratar de dar salida a la enorme cosecha de aquel año.
Podíamos promocionar las cucharadas de minglana (Fruita d’a minglanera (Punica granatum), que se carateriza per tener lo interior pleno de pepas cadaguna con una porzión endibidualizata de polpa, mientres que la pela esterior se torna dura e ixuca dica crebar-se en madurar lo fruito) y hacernos con una nueva costumbre.
Pues doce cucharadas de granada es casi tan difícil de tragar como las doce uvas.
-Senior citizen- Depende en gran manera del tamaño de la cucharilla.
En casa las compramos una semanita antes, para que estén frescas y buenas. Yo soy la encargada de preparar los cuencos con 12 uvas, de todos los miembros de la familia. Y no creas que es poca cosa, porque somos muchos y mi ritual incluye pelarlas y quitarles las pipas (no me gusta comprarlas sin pipas), así que suelo empezar a las 23:00 para que no me pille el toro (qué diga, las campanadas) 🙂
Feliz 2020, Jubi.
Besos!
-Contadora de Libros- Te has asignado una tarea un tanto tediosa, en casa solamente un año las compramos ya envasadas, peleadas y sin pepitas, creo recordar que no terminaron de convencer a nadie, nunca las volvimos a comprar
de esa manera.
Feliz y Venturoso, (que no ventoso, que para eso ya tenemos al Cierzo) 2020.
Besos
Algunos de este lado del charco han continuado con esa tradición, pero son los menos.
Me temo que de practicar ese ritual me atragante en la quinta o sexta campanada.
Y creo que aquí son más bien especialistas con la uva en su procesado último, luego de haber pasado por el alambique. hasta los creo capaces de bajarse 12 vasos al ritmo de las campanadas
Abrazo!
Feliz año jubi!
-Frodo- Esa nueva tradición de los doce vasos, siempre que no haya que coger (agarrar) el coche (carro), me gusta, habrá que ir pensando en practicarla.
Feliz Año.
Un abrazo
En mi casa nunca ha habido esa costumbre de las uvas y yo que me alegro, pues soy incapaz de tragármelas con piel y semillas. Afortunadamente, un año que me invitaron en una casa familiar, las tenían de lata, que vienen peladas.
-Senior citizen- Pues en la mía siempre, mi madre era la encargada de seguir con la tradición, aunque este año, posiblemente sea yo el que la rompa.
Un año se me olvidó comprar las uvas, me apañé estupendamente con 12 gajos de una mandarina pequeña 🙂
Salud
-Genín- Valencia, Alicante, Castellón, en más de una ocasión han regalado bien empaquetados miles de bolsas con «los 12 gajos de la suerte» tratando de promocionar los cítricos valencianos e incluso enviaron bolsas a la Casa Real para tratar de impulsar dicha costumbre que ha continuado durante años posteriores aprovechando que es el mejor momento de la temporada.
Saludos