El presidente del Consejo de Ministros, Antonio Cánovas del Castillo, recibió a unas mujeres que fueron a pedirle un favor, al mismo tiempo que éstas se disculpaban por ello:
– ¡Ay, don Antonio! Debe usted de estar harto de nosotras, porque no dejamos de pedirle cosas.
El político, conocido también por su fina ironía, contestó:
– Señoras, a mí las mujeres no me molestan por lo que me piden, sino por lo que me niegan.
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El político izquierdista, George Clemenceau tenía una casita de campo donde acudía a descansar en vacaciones. En la casa contigua vivía un sacerdote y en el jardín de éste crecía un enorme y frondoso árbol que tapaban las vistas desde el jardín de Clemenceau.
Cierto día, el político solicitó al religioso que cortase el árbol que tanto le molestaba y el cura decía que lo había plantado en su juventud. Era tal la insistencia para que lo cortase que, finalmente, el vecino accedió.
Y, apenado, dijo:
-Que nadie diga que fui un obstáculo para que Clemenceau viera el cielo, aunque fuera de lejos.
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En cierta ocasión, le preguntaron al Primer Ministro Británico Benjamin Disraeli sobre la “diferencia ente una desgracia y una catástrofe”:
-Lo entenderá usted enseguida: Si Gladstone (1) cayera al río Támesis y se ahogara, eso sería una desgracia; pero si alguien lo sacara del agua, eso sería una catástrofe.
(1) William Ewart Gladstone era el rival político de Disraeli.
Muy buenos los tres, sean o no ciertos lo importante es que me he reído. Abrazos
-Ester- En estos casos suele suceder, que se le atribuyen a una determinada persona y realmente no son de el.
Abrazos
El último político con salidas ingeniosas fue Alfonso Guerra. A partir de ahí, todos son un plomo.
-Senior citizen- Ahora ni graciosos, ni delicados, ni ingeniosos…
¿Nos creemos que son ciertos?
Vale… 🙂
Salud
-Genín- Posiblemente si no te lo crees acertarás.
Saludos
Todos han sido influyentes en el área de sus competencias, pero además constatan un fino sentido del humor que les hace más relevantes a la hora de su enjuiciamiento.
-Frajayo- Antes se tenía un sentido del humor bastante más fino que ahora, últimamente da pena tratar de escuchar una sesión en las Cortes.
La agudeza mental no es una cualidad muy extendida entre la clase política actual porque ahí no media la socorrida chuleta.
-Una mirada…- No tienen ni una pizca de rapidez y agudeza, hasta tal punto que en ocasiones cuando se les hace una entrevista, si el entrevistador se sale de las preguntas convenidas, en lugar de responder de manera elegante saliéndose por la tangente, le dicen a las claras que esa pregunta no estaba en el cuestionario.
Por cierto… Luis Carandell, periodista parlamentario, publicó en 1986 «El show de Sus Señorías«, una antología de anécdotas parlamentarias donde la locuacidad, la agudeza, el chascarrillo, las meteduras de pata y las salidas de tono conforman un álbum político de decires que va desde 1810 hasta 1985 y que se hallan documentados en los distintos Diaros de Sesiones.
Un ejemplo, entresacado al zazar, que copio textual: «Mientras don José María Gil Robles estaba hablando en el Congreso, un diputado le interrumpió desde su escaño:
—Su Señoría es no de esos hombres que todavía llevan calzoncillos de seda.
Gil Robles, sin inmutarse, contestó:
—No sabía que la esposa de su señoría fuese tan indiscreta.»
Otro: “A un diputado de una circunscripción rural le dijeron un día los de su pueblo:
—Hombre, don Higinio, nosotros le hemos enviado a usted a las Cortes y usted no ha intervenido para nada.
Replicó el diputado mostrándoles un diario de sesiones:
—¿Qué no he intervenido…? Miren ustedes lo que dice aquí: rumores, gritos, pateos… ¡Pues ahí estoy yo!«.
-Una mirada…- La primera anécdota la conocía, la segunda no y esta última es lo que hacen ahora muchos de sus señorías, ya que no intervienen en todo el ciclo nada más que para votar y en demasiadas ocasiones patalear.
Me sacaste un risa, son simpaticos
un abrazo
-mjesus- Me alegra que te haya arrancado una sonrisa.
Un abrazo
Mi reino por un político, de los de verdad, de los de antes.
-jesus- Yo no tengo reino, si lo tuviera seguro que no lo cambiaba por un político.