Esta entrada la escribí hace muchos años, trece en concreto, la recibí por correo, hoy que me siento bastante más mayor que entonces, quiero reeditarla, espero que mi viaje dure todavía muchos años, pero por si acaso…
Hace tiempo leí un libro que comparaba la vida con un viaje en tren. Una lectura extremadamente interesante, cuando es bien interpretada. La vida no es más que un viaje en tren, repleto de embarques y desembarques, salpicado de accidentes, sorpresas agradables en algunos casos y de profundas tristezas en otros.
Al nacer nos subimos al tren y nos encontramos con algunas personas las cuales creemos que siempre estarán con nosotros en este viaje (nuestros padres). Lamentablemente la verdad es otra. Ellos se bajarán en alguna estación dejándonos huérfanos de su cariño, amistad y su compañía irreemplazable. No obstante esto no impide que se suban otras personas que serán muy especiales para nosotros. Llegan nuestros hermanos, amigos y esos amores maravillosos.
De las personas que toman este tren, habrá también los que lo hagan como un simple paseo. Otros encontrarán solamente tristeza en el viaje. Y habrá otros que, circulando por el tren, estarán siempre listos en ayudar a quien lo necesite.
Muchos al bajar, dejarán una añoranza permanente. Otros pasarán desapercibidos que ni siquiera nos daremos cuenta que desocuparon el asiento. Es curioso que algunos pasajeros, quienes nos son más queridos, se acomodan en vagones distintos al nuestro. Por lo tanto, se nos obliga hacer el trayecto separados de ellos. Desde luego, no se nos impide que durante el viaje, recorramos con dificultad nuestro vagón y lleguemos a ellos. Pero lamentablemente, ya no podremos sentarnos a su lado pues habrá otra persona ocupando el asiento.
No importa; el viaje se hace de este modo, lleno de desafíos, sueños, fantasías, esperas y despedidas… Pero nunca habrá regresos. Entonces hagamos este viaje de la mejor manera posible. Tratemos de relacionarnos bien con todos los pasajeros, buscando en cada uno lo mejor de ellos. Recordemos siempre que en algún momento del trayecto, ellos podrán titubear y probablemente precisaremos entenderlos.
Nosotros también titubearemos y habrá alguien que nos comprenda. El gran misterio, al fin, es que no sabremos jamás en qué estación bajaremos y mucho menos dónde bajarán nuestros compañeros, ni siquiera el que está sentado en el asiento de al lado. Me quedo pensando si cuando baje del tren, sentiré nostalgia… creo que sí. Separarme de algunos amigos de los que hice en el viaje será doloroso.
Dejar que mis hijos sigan solos, será muy triste. Pero me aferro a la esperanza de que, en algún momento, llegaré a la estación principal y tendré la gran emoción de verlos llegar con un equipaje que no tenían cuando embarcaron.
Lo que me hará feliz, será pensar que colaboré con que el equipaje creciera y se hiciera valioso. Amigo mío, hagamos que nuestra estancia en este tren sea tranquila y que haya valido la pena.
Hagamos tanto, para que cuando llegue el momento de desembarcar, nuestro asiento vacío, deje añoranza y lindos recuerdos a los que permanezcan en el viaje.
A ti, que eres parte de mi tren, te deseo un ¡¡¡Feliz viaje!!!
Yo quiero que nadie me extrañe cuando llegue ese momento. Se sufre mucho al extrañar.
Un abrazo.
-Sara O. Durán- Desgraciadamente cuando llegue es momento no te enterarás de que si alguien te extraña o no.
Un abrazo
Precioso el post con muy buenas reflexiones que nunca pasan de moda y que son la realidad aunque pasen los años. Es muy doloroso ver bajar a las personas que queremos y ahora mismo prefiero no pensar en el momento en que yo «tenga que bajar»…
Abrazos
-Ligia- Creo que todos procuramos no pensar en nuestro fin de viaje, pero instintivamente tratamos de dejar todo en condiciones, para que los que todavía siguen en el tren se sientan a gusto y felices.
Abrazos
La recuerdo perfectamente, pero no creo que sea de haberla visto aquí, ya que hace trece años no nos conocíamos.
-Senior citizen- Es verdad, tu no comentaste en aquella ocasión, entonces tuve 44 comentarios, que diferencia con los blogs actuales.
Una gran reflexión, irse es malo pero quedarse la ultima es peor. Me gustaría que me recordaran con una sonrisa. Abrazucos
-Ester- Creo que a todos nos gustaría que nos recordaran de alguna manera especial, pero en ese caso ya no estaríamos para agradecérselo.
Abrazos
Me hubiera gustado leerla en su anterior aparición, seguro que me hubiera dado para hacer reflexiones más mundanas y coherentes en aquella época vivida. Hoy mi tren ya va entrando en estación ‘términi?…
-Frajayo- En su primera aparición en mi blog, hubo 44 comentarios, ya que en aquella época los blogs estaban en auge, ahora la mayoría estamos de capa caída y por supuesto algo más mayores.
Pero no pienses en tu estación final, igual te dejamos todos antes que tu a nosotros.
Corta o larga, la vida siempre se hace breve.
Carpe diem!
-Una mirada…- Efectivamente, pero antes yo no me preocupaba y ahora de vez en cuando me viene a la cabeza.