Hace un tiempo escribía un artículo «Soluciones, No Problemas!!!» medio en serio medio en broma, uno de los apartados era el siguiente.
Problema 1 : Cuando la NASA comenzó con el lanzamiento de astronautas al espacio, descubrieron que los bolígrafos no funcionaban sin gravedad (o con gravedad cero), pues la tinta no bajaba hasta la superficie en que se deseara escribir.
Solución A): Resolver este problema, les llevó 6 años y 12 millones de dólares. Desarrollaron un bolígrafo que funcionaba bajo gravedad cero, al revés, debajo del agua, prácticamente en cualquier superficie incluyendo cristal y en un rango de temperaturas que iban desde abajo del punto de congelación hasta superar los 300 grados centígrados.
Solución B): ¿Y qué hicieron los rusos? Utilizaron un lápiz!
Esta leyenda urbana no fue exactamente así, ya que esto jamás ocurrió. En sus primeros vuelos los astronautas de la NASA empleaban lápices y portaminas, pero el polvo de grafito y la madera inflamable ponían en riesgo la seguridad de las misiones. Así que cuando un empresario ofreció a la agencia estadounidense un bolígrafo capaz de escribir en el espacio, esta les encargó varios cientos, al precio de seis dólares cada uno.
Por cierto, en 1969 la Unión Soviética decidió abandonar sus viejos lápices de madera y encargó a Fisher Space Pen cien de estos bolígrafos junto a un millar de cartuchos de tinta de repuesto.
Su tinta dura mucho más que la de cualquier otro, tiene un cuerpo de titanio y es capaz de escribir en todas las temperaturas, incluso las inimaginables. Pero lo mejor de todo es que funciona en cualquier ángulo, lo que lo convierte en una pluma verdaderamente confiable.
¿A quién se debe esta pluma infalible? Fue creada por Fisher Space Pen y utilizada por astronautas de la NASA en viajes espaciales, desde 1967. Por su puesto, se trata de un bolígrafo patentado. Su tinta es negra y presenta una alta viscosidad tixotrópica, lo cual le permite durar tres veces lo que un bolígrafo normal. Lo interesante es que su duración y su efectividad hacen que nunca sea necesario reemplazarlo.
Por otra parte, una de las principales incomodidades de algunas plumas es ese asunto de que la tinta se escurra y manchen todo a su alrededor. Éste, en cambio, contiene gas nitrógeno sellado dentro del depósito de tinta, que va presurizado, de manera que no presenta fugas: permite que la punta escriba con limpieza y precisión, independientemente de la temperatura (incluso en climas muy calientes o muy fríos), o de si el usuario está sentado en un escritorio o decide escribir mientras flota en el espacio.
He encontrado otro portal «Relojes especiales» donde ofrecen hasta cuatro modelos.
Es que los rusos… claro, usan el lápiz. Abrazos
Ligia Los rusos como muchos de nosotros usaban el lápiz, pero era peligroso por el polvo de grafito y la madera. Yo al contrario, recuerdo cuando los bolígrafos se salían cuando era estudiante y se manchaban todas las camisas y me tuve que pasar al lápiz.
Abrazos
El bendito lápiz, no mancha, siempre escribe, puedes corregir … yo tengo unos cuantos siempre a punto al lado del teléfono.
trimbolera A todo eso que cuentas hay que añadirle y se podía chupar, para que escribiera mejor y si no recordabas que era un lápiz de tinta lo que tenias entre manos, se te ponía la lengua morada.
…Y nosotros complicandonos la vida. Siempre me han gustado los lapices y en su defecto el portaminas. Saltos y brincos
Ester El portaminas siempre me ha gustado, aunque es un invento más moderno, para trabajo fino utilizaba las minas de 0,5 mm, pero como también lo empleaba para marcar en la madera, solía tener como mínimo un par de ellos uno con minas de o,5 y otro con las de 0,9 mm.
Abrazos que si salto se me rompen las minas.
Con lo poco que hoy se escribe que no sea en el ordenador o en los teléfonos, me parece que ya no compensa comprarse un ciento de esos bolígrafos.
Leodegundia Hasta hace muy poco compraba los bic en un paquete de una docena, ahora compro como máximo un par de ellos ya que la tinta se seca en la punta y no hay manera de hacerlos escribir.
En la actualidad suelo utilizar unos bolígrafos o rotuladores de tinta líquida que no se sale la tinta y escriben muy bien, con grosores de 0,3 y 0,5 mm.
Creo que el humilde lápiz es mejor invento que el boli, yo suelo usar lápiz casi para todo. Un saludo!
toni Yo también lo utilizo muy a menudo, pero para según que cosas no es admisible utilizarlo ya que se puede borrar y cambiar la información escrita, por ello en muchas ocasiones utilizo el boli o rotulador de punta fina, incluso para escribir de manera indeleble en plásticos , por ejemplo para escribir en los CDs o DVDs.
Saludos
Ese superboli me hubiera venido muy bien cuando hacía transcripciones de conferencias y gastaba un bic todas las semanas.
Senior citizen Algo así gastaba mi hija cuando estaba preparando unas oposiciones, compraba los bolis más baratos. Recuerdo que le salieron callos en los dedos de tanto escribir y de 2 dioptrías que tenía en la vista, pasó a 7 y se operó quedando muy bien.
Cuando empecé a leer me dije, «pues menudo problema, se le da atmósfera al boli y listo» 🙂
Salud
Genín Yo utilizaba otro recurso, calentaba con un mechero o con la punta del cigarrillo encendido la punta del boli, en ocasiones volvía a escribir, en otras cuando te pasabas con el mechero, se derretía el plástico y tenías que tirarlo.
Saludos
jajaja Si yo también lo hacia, pero eso era cuando la tinta estaba reseca de no usarlo 🙂
Salud
Genín El boli se inventó alrededor del año 1945, por lo que cuando nosotros éramos críos todavía no estaba perfeccionado y la tinta se secaba, se salía por la bolita o por la parte del plástico si la bola no encajaba bien y se ponía el boli con la punta hacia arriba.
Saludos
Yo sigo con los lapiceros staedler del número 3 y las gomas milán de siempre. Y en bolis, los pilot, tan suavecitos… A lo mejor por eso nunca he querido ser astronauta, 😉 .
Una mirada… Me has recordado la faena que me gastó una goma Milán. Antes de que me prejubilaran, atendía a 49 ordenadores conectados a través de intranet, les cargaba los nuevos programas que nos enviaba la empresa en la que trabajaba además de tratar de solucionarles los pequeños problemas caseros que les surgían.
Uno de los programas era lentísimo y laborioso para instalarlo, así que yo estaba jugueteando con una goma milán y desgraciadamente se me soltó de las manos y fue a parar a la tecla escape, sin pedir confirmación se abortó la instalación y vuelta a empezar.
¡Qué faena!
Una mirada… Faena gorda, a partir de entonces cuando cargo un programa dejo la manos quietecitas.