Cuando una vecina pasaba, el loro del peluquero siempre le gritaba sin piedad:
– Buen día, puta!
Hasta que un día ella no aguantó más y reclamó airadamente al peluquero, que -como modo de castigar al loro por su mala conducta- lo pintara de negro.
Al día siguiente ella pasó por la peluquería y el loro, ahora pintado de negro, no dijo absolutamente nada.
La mujer, triunfante, lo provocó:
– Ahora estás calladito, no?
A lo que el loro , con aire de olímpico desprecio, respondió:
– Cuando estoy de smoking no hablo con prostitutas.
🙂 Hasta los loros demuestran más inteligencia que algunos humanos.
ja, ja, ja….¡Buenisimo! El loro no se achantó. Y ella siguió con su «fama»…
Buenas tarde, Jubi.
muy divertido!
Saludos!