Ya casi ha pasado la época de la matacía. Pero si los cerdos resucitaran y pudieran hablar nos contarían esto.
Se puede escuchar e ir leyendo al mismo tiempo.
Atención pido señores porque voy a relatar
lo que me explicó un tocino que volvió a resucitar,
es una curiosa historia y además muy verdadera
que nadie debe fiarse, de la camisa que lleva
la puercaza de su madre, tuvo el gusto de parir
en casa de unos pelaires que me vendieron a mí.
Aún no tenía dos meses que a la plaza me sacaron
y por fortuna pegué en casa de un hortelano
una mañana muy fresca un franchute capador
con la lanceta en la mano los dos pesos me cortó.
Yo me quedé atolondrado como es cosa natural
que aunque me dejó la bolsa, se me llevó el capitar
mis pesos se los comieron, los hijos para almorzar
y a mí me daban patatas menudas y sin pelar.
Hasta que estuve curado de aquella gran capadura
todos los días me daban patatas en la pastura
me sacaban a paseo, los días que hacía sol
y si por casualidad en la tripa me rascaban
yo me tumbaba en el suelo de gustito que me daban.
Cuando llegué al mes de octubre
mi amo preparó un montón, de bellotas y panizo
para que engordara yo, me terminé las bellotas el panizo principié
y como es tan nutritivo , señores yo me engordé,
cuando llegué a San Antonio, me llegó la desventura
ya empezaban a tratar de hacerme la sepultura.
En víspera de mi muerte me dejaron sin cenar
que equivale a la capilla del que van a ajusticiar
a las tres de la mañana a la puerta dieron golpes
luego bajaron a abrir, era que había llegado un cruento matachín
detrás de él entró otro con un grande bacillón
y lo puso boca abajo para ocultar la traición.
En un capazo llevaban un gancho fenomenal
un astral, varios cuchillos y los cazos de pelar
cuando vi tanta herramienta a temblar me puse yo
y aunque perdón les pedía, para mí no hubo perdón.
Yo les dije, criminales ¿qué es lo que me vais a hacer?
¿sabéis que soy inocente y me venís a prender?
abajaron la cabeza sin darme contestación
y entre tanto ya arreglaban los trastes y el bacillón.
Aquel pillo matachín cogió el gancho y el cuchillo
se dirigió hacia mí y me enganchó como un chino
con aquel terrible gancho el hocico me amarró
y entre todos me tumbaron encima del bacillón
el cuchillo que llevaba aquel pillo matachín,
me lo clavó por el cuello y entonces pobre de mí.
Mi sangre la recogía una mujer mondonguera
con el brazo remangado en una grande cazuela
así que ya terminó se la subió a la cocina
para preparar la pasta de tortetas y morcillas,
agua caliente pedía aquel pillo matachín
la bajaban a pucheros y la echaban sobre mí
me empezaron a pelar como lobos carniceros
y mi pelo lo guardaban para coser zapateros.
Así que ya terminaron me amarraron a un camal
me suspendieron en alto y me abrieron en canal
los pies tenía pa arriba y la cabeza pa abajo
y me la abrió el matachín en dos o tres estalazos,
me quitaron la vejiga y todos mis intestinos
corazón, hígado, el bazo hasta el liviano querido,
estuve dos o tres días en aquella posición
a la afrenta de los hombres como si fuera un ladrón
y despedazado a cuartos me subieron al granero
todo mi cuerpo salaron
y témpanos y perniles por el techo los colgaron.
Aquel fue un día de gozo para toda la familia
pues todo el día estuvieron con la sartén prevenida
me frieron todas las costillas y todo el lomo también
para poner en conserva
Recis timpaces . AMEN
Aquí termina la vida señores del gran tocino
Dios nos libre de tener la suerte que él ha tenido.
El autor de estas cartillas señores es un oscense
que si alguna falta encuentran señores la dispensen.
Fuente : aragob.es
La imagen de Zaragózame
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