Dios tomó forma de mendigo y bajó al pueblo, buscó la casa del zapatero y le dijo: Hermano, soy muy pobre, no tengo una sola moneda en la bolsa y éstas son mis únicas sandalias, están rotas, si tu me haces el favor…
El zapatero le dijo, estoy cansado de que todos vengan a pedir y nadie a dar.
El Señor le dijo, yo puedo darte lo que tú necesitas.
El zapatero desconfiado viendo un mendigo le preguntó. ¿Tú podrías darme el millón de dólares que necesito para ser feliz?
El Señor le dijo: yo puedo darte diez veces más que eso, pero a cambio de algo.
El zapatero preguntó ¿ a cambió de qué? A cambio de tus piernas.
El zapatero respondió para qué quiero diez millones de dólares si no puedo caminar.
Entonces el Señor le dijo, bueno, puedo darte cien millones de dólares a cambio de tus brazos.
El zapatero respondió ¿para qué quiero yo cien millones de dólares si ni siquiera puedo comer solo?
Entonces el Señor le dijo, bueno, puedo darte mil millones de dólares a cambio de tus ojos.
El zapatero pensó poco ¿para qué quiero mil millones de dólares si no voy a poder ver a mi mujer, a mis hijos, a mis amigos?
Entonces el Señor le dijo: ¡ Ah, hermano! Qué fortuna tienes y no te das cuenta.
Cuento de Facundo Cabral.
Tiene su buena moraleja este cuento, es cierto que no solemos valorar lo que tenemos por estar demasiado ansiosos de encontrar lo que no tenemos.
Buen día
Me parece a mí que este zapatero era un poco tonto. ¡Mira que fiarse de que un mendigo le ofrezca mil millones de dólares!
Leodegundia, Senior citizen Me he puesto en la piel del zapatero y he pensado «por cuanto vendería yo mis piernas, mis brazos, mis ojos?»
Creo que ningún dinero del mundo me los podría comprar.